Historia

Santiago de Liniers y Bremont, Conde de Buenos Aires (y II)

Plano de Conjunto de la 2ª Invasión

Invasión inglesa de 1807. La defensa.

La posterior invasión de 1807 por parte de Whitelocke se produjo porque a raíz de los sucesos de 1806 el Comodoro Home Popham (Jefe de la Escuadra inglesa) había pedido refuerzos para conservar a Buenos Aires, los que fueron enviados antes de conocerse la Reconquista. Simultáneamente una escuadra al mando del Almirante Murray estaba preparada para partir hacia el Pacífico y conquistar Chile, pero enterados de la Reconquista se les ordenó dirigirse al Río de la Plata para reforzar la expedición de Whitelocke contando en total con 12.000 hombres.

Con base de operaciones en la Banda Oriental un contingente de 7822 hombres, formando cuatro Brigadas al mando de los generales Achmuty, Lumley, Crawford y el coronel Mahón, tomó tierra en la Ensenada el 28 de junio de 1807. Iba a presenciarse con universal asombro la derrota de un ejército cinco a seis veces mayor al que apenas un año antes había logrado tomar Buenos Aires, y contando ahora con una escuadra formidable y una base de operaciones y recursos en el litoral uruguayo.

El mérito debe atribuirse a la obra realizada por Liniers a partir del día de la victoria, insuflando el espíritu marcial y el orgullo cívico en cada vecino, en cada soldado improvisado, a efectos de afrontar futuras invasiones. Decía Núñez que Liniers “no tenía un instante de reposo: él necesitaba hacer a un tiempo de sargento, ayudante  general, como lo escribió a la corte de España, pudiendo haber dicho más bien que necesitó hacer, e hizo a un mismo tiempo, jefes, oficiales y soldados; cuadros, batallones y un ejército. Él contaba en efecto con dos poderosos auxiliares la sumisión espontánea y general a su voz de mando y una decisión sin límites en el cuerpo municipal a sostener todos sus pensamientos”.

En esa ímproba tarea de Liniers, hay que asociar el nombre del Alcalde Álzaga, que secundó la acción del Jefe cuyo ejército constaba de 7.000 efectivos (milicianos en su mayoría) dispuestos en 3 Brigadas al mando de los coroneles Balbiani, Velazco y Elío; y la Reserva al mando del Capitán de Navío Gutiérrez de la Concha. El día 30 de Junio la Audiencia comunicó el oficio que investía a Liniers del mando político y militar del Virreynato, quien dispuso sus fuerzas sobre el Puente de Gálvez, en la orilla derecha del Riachuelo, el día 2 de julio.

La vanguardia inglesa al mando del general Gower con una maniobra de distracción pudo cruzar el Riachuelo mucho más arriba, por el vado del Paso Chico o “de Burgos”, dirigiéndose rápidamente a los Corrales de Miserere donde venció a la pequeña fuerza allí dispuesta. Esta fue la primera fase del encuentro, que culminaría con la organización de la resistencia y el combate en las calles.

Durante las 48 horas de inactividad de los ingleses Liniers hizo reforzar las guarniciones del Retiro y la Residencia, hizo abastecer de víveres y municiones el recinto fortificado y distribuyó las Compañías de voluntarios en puntos estratégicos; distribuyó asimismo la artillería enfocando las avenidas, así como las líneas de cantones. Las tropas de la Defensa se distribuían del siguiente modo: el Capitán de Navío De la Concha estaba en el Retiro con unos 1.000 hombres entre los que estaban los gallegos de Varela; los Arribeños guarnecían el Barrio de la Merced; los andaluces el de San Miguel; los cántabros de Murguiondo y García la calle de Santo Domingo; la legión de Patricios acantonó en todas las manzanas sus 23 Compañías, bajo las órdenes del Coronel Saavedra y el Sargento Mayor Viamonte.

Las tropas invasoras se fragmentaron en 14 columnas de ataque que se vieron frenadas en su avance por el fuego desde las ventanas y azoteas. El día 3 la totalidad de las fuerzas británicas estaban concentradas en los Corrales de Miserere y se produjo una Junta de Jefes de Cuerpos en la casa del norteamericano White, aprobando el plan de ataque propuesto por el General Gower, procediendo  al ataque el día 5 de julio, fijándose la posición de cada Brigada enfrente de la ciudad, desde Miserere en dirección al río para abarcar desde la Plaza de Toros y Parque de Artillería al norte (el Retiro), hasta los mataderos del sur y la Iglesia y edificios de la Residencia (San Telmo). Se dirigirían, en el siguiente orden y de izquierda a derecha, como se puede observar en el  plano:

Columnas inglesas de ataque

1ª) Brigada de Achmuty: Reg. 5 entraría por las calles Tucumán y Viamonte; R.87 por las calles Córdoba y Paraguay; y R. 38.

2ª) Brigada de Lumley: Reg. 36 por las calles Corrientes y Lavalle; y Reg. 88 por las calles Cuyo (Sarmiento) y Cangallo (Presidente Perón).

3ª) Brigada de Crawford: Batallón Ligero y parte del Reg. 95. La Columna de Pack por la calle Moreno; la de Crawford por la calle Belgrano.

4ª) Regimiento 45 al mando del Coronel Guard: Columna de Nichols por la calle Venezuela y la de Guard por la calle México.

Reserva: la constituían los Cuerpos de Dragones y carabineros, formados a retaguardia con la artillería y debían avanzar por las calles centrales.

Excepto el Regimiento 38 al mando de Nugent que tomó el camino  de la Recoleta para flanquear el Retiro (Nº 34 en el mapa) cada uno de los 7 Regimientos restantes se dividirían en dos alas para penetrar en la ciudad por la calle que tenía a su frente. En realidad y sin contar el Regimiento 38, eran 12 columnas que debían entrar simultáneamente, pues se dejaban libres las 4 calles centrales: Piedad (hoy Bmé. Mitre), Rivadavia, Victoria (hoy Hipólito Yrigoyen) y Alsina. Pero las dos alas del Reg. 87 se extraviaron en la oscuridad y la columna que mandaba Achmuty en lugar de avanzar por Córdoba lo hizo por Paraguay, y la de Miller (mortalmente herido en el ataque) se desplazó a la contigua de Charcas.

Cuartel de Artillería del Retiro

A las 10 de la mañana y producidos algunos combates, los ingleses se habían apoderado de la Residencia (en un extremo de la ciudad) y Las Catalinas y el Retiro (en el otro) habiendo fracasado en el ataque las 4 columnas de Lumley:

-la derecha del ataque, al mando de Duff al llegar a Suipacha intentó tomar la Iglesia de San Miguel; rechazado por un mortífero fuego se rindió con el centenar de hombres que le quedaron.

-también el Mayor Vandeleur que avanzaba por Cuyo (Sarmiento) se rindió a los Patricios y Arribeños de la Merced (Cuyo y 25 de Mayo).

-el Reg. 36 al mando del General Lumley y del Teniente General Burne tuvo una honrosa y encarnizada resistencia en Corrientes y Reconquista; con su regimiento diezmado se refugió en el Retiro por el camino de la costa.

Al mismo tiempo en el otro extremo de la ciudad, la Brigada de Crauford preparaba su rendición. Habíamos visto que las alas de Guard y de Nichols habían tomado la Residencia teniendo “que dar una vuelta considerable a la derecha” según testimonio de Guard.

La Compañía de Pack avanzaba por la calle Moreno y giró a su izquierda por la calle Defensa, mientras su segundo el Teniente Coronel Cadogan que marchaba a su retaguardia giró dos calles antes, por Perú; este ala sufrió una terrible descarga y la destrozada columna tuvo que retroceder y posteriormente rendirse a los Patricios de Saavedra y Viamonte en la esquina de Belgrano y Perú.

Mientras tanto Pack se encontró con Guard y una parte del Regimiento 45, y con la Columna de Crauford, y tomaron la decisión de encerrarse en Santo Domingo. Allí fueron atacados por los Cántabros de García y los voluntarios que concurrían de todas partes; además era batido por la artillería del Fuerte, y aunque intentó algunas salidas mortíferas para intentar llegar a la Residencia, tuvo que rendirse a las 4 de la tarde.

La lucha desarrollada en las calles de Buenos Aires con los regimientos, la artillería y la población que protagonizó una resistencia épica, tras dos días de lucha los ingleses sufrieron tremenda derrota. Solo  quedaban a los ingleses el Retiro y la Residencia, pero al rendirse sus mejores tropas, estaban desmoralizados. Al día siguiente parlamentaron en el Fuerte Liniers y Whitelocke sobre la base de evacuar totalmente el Río de la Plata incluyendo la plaza oriental (Montevideo). El día 7 comenzó la evacuación de las tropas invasoras, embarcando en el Retiro.

Superada la invasión y elevado el héroe de la Defensa al gobierno virreinal por la población de Buenos Aires, en Montevideo –a instancias del gobernador Elío- se formó una Junta con el objeto de desobedecer las órdenes del virrey Liniers, al mismo tiempo que despachaba a la Junta de Sevilla un expediente de cargos pueriles y calumnias contra éste; agregado a denuncias similares elaboradas en el mismo Buenos Aires por intrigas llevadas a cabo por Martín de Álzaga con el tiempo surtirían el efecto deseado: la destitución de Liniers. El 30 de julio de 1809 entraba en Buenos Aires para reemplazarle, Baltazar Hidalgo de Cisneros.

Liniers y Napoleón

Se acusó injustamente a Liniers de estar en connivencia con Napoleón, acusaciones improcedentes efectuadas por algunos celosos de su prestigio y con afán de sumar méritos para su propio ascenso político. Otra cosa es que simpatizara –o respetara- la figura y el poder de un compatriota al que los mismos españoles (peninsulares o de las colonias) prestaban sumisión. Y hay muchos ejemplos de lo expresado:

-Cuando la familia real portuguesa llegó a Brasil el 20 de enero de 1808, mismo día en que el lugarteniente de Napoleón el general Junot ocupaba Lisboa, uno de los primeros actos fue dirigir una nota al Cabildo de Buenos Aires en el mes de marzo. La nota conminaba a la sumisión de estas provincias y fue rechazada como una afrenta por el Cabildo, que además encargó a Liniers  que “como Jefe Superior de estas provincias, no perdiese instante en adoptar medidas conducentes a su seguridad sin omitir las que fuesen propias a vengar tan gravísimo ultraje inferido a las sagradas personas del Rey de España y del Emperador de los franceses su aliado”. Sobran comentarios sobre los sentimientos españoles del momento.

-Modificada la actitud beligerante de la Corte portuguesa, y con el título de virrey interino llegado en mayo desde Madrid para Liniers, éste dio instrucciones a Lázaro de Rivera para un tratado comercial, según las cuales no se incluiría a los ingleses en la negociación, ni directa ni indirectamente. Además trataría solamente de los frutos y productos territoriales, con total exclusión de productos manufacturados. Los poderosos comerciantes monopolistas que dominaban el Cabildo (Álzaga, Santa Coloma, Agüero y otros) se alarmaron ante el solo espectro del libre comercio y se produjo el cisma entre el Alcalde de primer grado (Álzaga) y el virrey Liniers. Por estas y otras razones comenzaron las denuncias a la Corte. (Entre otras razones se puede mencionar que Martín de Álzaga quería forzar al virrey a reducir las milicias criollas, que representan a su criterio una amenaza para los peninsulares. Liniers rehúsa y hace fracasar un complot en enero de 1809. Álzaga y sus cómplices son encarcelados en Carmen de Patagones).

-El envío del marqués de Sassenay (antiguo amigo de Liniers) por parte de Napoleón, como embajador, llevando oficios sellados de la Junta de Madrid para las autoridades de Buenos Aires, llegando  a la ciudad la víspera de la Jura al nuevo Rey Fernando VII (los sucesos en la metrópoli se sucedían sin pausa, pero tardaban unos 70 días en conocerse) el día 12 de agosto de 1808. El virrey hizo llamar al Fuerte a los Alcaldes ordinarios, Fiscales (Villota y Caspe)  pues solo cuando estuvieron todas las autoridades mandó entrar al emisario de Napoleón, y de común acuerdo y conocidos los pliegos decidieron hacerlo reembarcar de inmediato. Álzaga estuvo ausente, pues pretextando enfermedad se desplazó a Montevideo donde urdió con Elío y la futura Junta de Montevideo la separación de ésta con respecto a Buenos Aires.

Como se puede apreciar Liniers fue una persona íntegra, y pese a su nacionalidad francesa fue leal a la Corona española hasta el fin, como veremos en el siguiente apartado.

Fusilamiento de Liniers

Posteriormente cuando se instaló la Primera Junta de Gobierno a raíz de la Revolución de Mayo de 1810, Liniers estaba a la sazón en Córdoba (vivía en Alta Gracia con su familia), en realidad de paso para Mendoza, aunque en carta a Cisneros le comunicaba (antes de los sucesos de Mayo) su intención de ir a España con su hijo Luis, dejando en Córdoba a su familia bajo la custodia de su yerno Juan Périchon  (éste, hermano de “la Perichona” se había casado con la hija de Liniers).

En Córdoba era gobernador don Juan Gutiérrez de la Concha, el que fuera segundo de Liniers en la Reconquista. De la Concha, junto al obispo Orellana, el coronel don Tomás Allende, los alcaldes Piedra y Ortíz, el deán Funes y un par de conjurados más organizaron la resistencia a los designios revolucionarios de Buenos Aires, para lo cual se reunieron en la noche del 30 de mayo (1810) en casa del gobernador; fue invitado Liniers, que se hallaba de paso en la ciudad.

El 4 de junio se reunieron nuevamente, pero el deán Funes –que aconsejaba se aceptasen los hechos consumados- se retiró adhiriéndose a la revolución. El 7 de Junio Liniers recibió cartas de Belgrano, de Saavedra, de su suegro Sarratea que, desconsolado, le pedía se abstuviera; Saavedra le pedía únicamente que se retirase a su casa de campo en Alta Gracia. Lo más probable es que Liniers por esa fecha tuviera determinado abstenerse, tal como comunica en carta al Dr. Echeverría anunciándole su salida para el campo el sábado siguiente (9 de junio).

Sin embargo hacia finales de junio recibió comunicaciones secretas de Cisneros (a punto de ser desterrado de Buenos Aires) en las que le confería plenos poderes para organizar la resistencia en todo el virreinato y por eso regresa de Alta Gracia a fin de dirigir los preparativos. No es del caso detallar todos los pormenores, lo fundamental es que con la llegada del ejército de Buenos Aires a las órdenes del Comandante don Francisco Antonio Ortíz  de Ocampo los complotados huyeron, pero sin lograr escapar a la persecución fueron hechos prisioneros.

Pese a pedidos de clemencia por parte de los Jefes a la Junta de Mayo, ésta destacó al vocal Juan José Castelli y a su llegada fueron fusilados  en “Cabeza de Tigre”, cerca de Cruz Alta, los complotados Liniers, Allende, Gutierrez de la Concha, el tesorero Moreno y Victorino Rodríguez. Se salvó el obispo Orellana, indultado.

Repatriación

El 30 de junio de 1862 el Cónsul de España en Rosario Sr. Fillol pidió en nombre de la Reina Isabel que se permitiera trasladar los restos de Liniers y sus compañeros de infortunio a la península, a lo que se accedió el 3 de julio. Llevados por el bergantín Gravigna, recibieron en Cádiz grandes honras militares y descansan en el Panteón de marinos ilustres de San Carlos.

En nuestro país poco  se hizo  por reivindicar una figura tan valerosa de nuestra historia, ya que la fecha gloriosa de la Reconquista puede señalarse como la de la “concepción” real, aunque todavía no  perceptible, de una nueva nacionalidad.

Si bien en Buenos Aires un barrio lleva su nombre (con calles que recuerdan a participantes ilustres de la Reconquista como el capellán Larrañaga, Murguiondo, el alférez Terrada, Anzoátegui) se quitó su nombre a una importantísima arteria en 1813, que hoy lleva el nombre del acontecimiento que iluminó nuestro tránsito futuro a la independencia: la calle Reconquista. La espera para que una importante plaza de la ciudad reconquistada a su influjo lleve una estatua a Liniers no debe prolongarse indefinidamente.

El toreo en la antigua aldea

En “Historia de Buenos Aires” (Ed. Fondo de Cultura Económica de Argentina, 1999, pág. 86 y 87) Carmen Bernand hace la siguiente descripción sobre los toros en Buenos Aires: “En cuanto al arte de torear, había adquirido características particulares en el Río de la Plata, donde los gauchos eran expertos en la domesticación de los animales cimarrones. Uno de los números más apreciados por los porteños consistía en montar al toro como si fuera un caballo. El torero más famoso, Mariano Ceballos, según algunos era un indio, según otros un negro. Acostumbrado a los toros salvajes, lanzaba su lazo sobre los cernos del animal, lo llevaba hasta el centro de la plaza, donde se había instalado un poste, y lo cabalgaba, cortando entonces las cuerdas. Cuando el toro, tras haber intentado librarse de su jinete, daba señales de fatiga, Ceballos lo dirigía hacia un segundo toro, al que mataba desde su montura. En 1975 el mulato fue a España donde exhibió su curiosa técnica. Goya, fascinado por ese torero del Río de la Plata, le consagró 5 dibujos”. (Serie de litografías conocidas con el nombre de “Toros de Burdeos”).  

César José Tamborini Duca

Bibliografía: Hay una extensa bibliografía para consultar sobre las invasiones inglesas, acto preliminar a la Revolución de Mayo de 1810: “Historia de Belgrano” (Bartolomé Mitre); “Buenos Aires. Ayer, hoy y mañana” (Eduardo Aunós);  fundamentalmente “Santiago de Liniers” (de Paul Groussac). También pueden consultarse obras de Vicente Fidel López, de Bauzá, de Núñez.

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César José Tamborini Duca, pampeano-bonaerense que también firma como "Cronopio", es odontólogo de profesión y amante de la lectura y escritura. Esta última circunstancia y su emigración a España hace veinte años, le impulsaron a crear Pampeando y Tangueando y plasmar en él su cariño a la Patria lejana.
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