El origen de las palabras

Malones

Qué se entiende por “malón”

Las relaciones de amistad y/o compadrazgo que establecían los caciques indios con los   jefes militares y/o de gobiernos provinciales o nacionales las mantenían fielmente. Cuando empeñaban su palabra la cumplían a rajatabla, y se los escuchaba quejarse con frecuencia -y con razón-   que los cristianos no respetaban los pactos, no cumplían la palabra empeñada, cosa que para ellos era sagrada.

Cuando el gobierno no cumplía con los pactos convenidos, entonces los indios se alzaban en armas protagonizando malones. Antes de la creación del Virreinato del Río de la Plata (es decir antes de 1776) y como consecuencia de alguna incursión de los indios para saquear ganado en las estancias, fuerzas destinadas a escarmentar a los invasores y al no encontrarlos, agredieron a otra tribu; ésta en represalia invadió Lujan y sus aledaños.

Se aprestó entonces una división al mando del maese de campo Juan de San Martín el cual, como no pudo encontrar a los agresores, al regreso se ensañó con tribus de indios amigos establecidas en las márgenes del Salado y en Sierra de la Ventana que estaban confiados y desprevenidos; mataron a muchos indios dormidos y pasaron a cuchillo a los sobrevivientes que intentaron defenderse. El propio Juan de San Martín mató de un pistoletazo al anciano cacique Tolmichi-Ya, que le presentaba un salvoconducto del gobernador Salcedo.

Eso originó que por vez primera la indiada se levantara en masa contra los cristianos, a las órdenes del cacique Cacapol y su hijo Cangapol. Proclamaban los caciques:

“¿De quién era el aire? ¿De quién el agua de las lagunas y los ríos, la sal, la leña, los piches, guanacos, avestruces, baguales y vacas del campo? ¿De alguno de ellos?, ¿de la tribu?, ¿de alguna de las otras?, o eran de todos para que la gente respirara, bebiera y comiese: ¡para vivir!1

¿Qué sucedería si un indio entre sus hermanos, o una tribu entre tantas, pretendiera esas cosas para ella sola? ¿Cómo subsistirían las demás? ¿Se les había ocurrido a ellos impedir a los cristianos que llevaran la sal de Salinas en carros cargados que marchaban en hileras de leguas?

¿Quiénes destruían el ganado? ¿No habían encontrado en sus correrías tantas veces el campo cubierto con el despojo de los animales sacrificados por los cristianos para quitarles los cueros y llenar con ellos embarcaciones que se iban, mientras la carne, el alimento de todos, quedaba tirada y pudriéndose? ¿Quién se llevaba el poco ganado que iba quedando, para herrarlo, pretendiendo que así le pertenecía? ¡Oh, los huincas perversos e insaciables!..” (“El Indio del Desierto”, de Dionisio Schoo Lastra, Bs. As., 1937, pág. 36 y 37).

1Este párrafo demuestra la carencia del sentido de la propiedad privada; la propiedad era de todos, era comunitaria.

Desde entonces y por un largo período, los indios siguieron invadiendo casi todos los años. Para sostener la guerra con ellos, dice Azara, formó el gobernador Andonaegui tres compañías campestres pagadas: ‘Valerosa’, ‘Conquistadora’ e ‘Invencible’, y en conjunto compañías de blandengues (“El Indio del Desierto”, de Dionisio Schoo Lastra, Bs. As., 1937, pág. 37 y 38).

Maloquear o malonear. Orígen

La primera referencia escrita que conocemos sobre los malones data de 1755, cuando el padre Lozano relata un viaje de dos misioneros a finales de 1612 desde Chiloé, “con diez buenos remeros chiloenses prácticos en aquella carrera, por haber en otro tiempo cursádola con los que iban a maloquear o cautivar los pobres Chonos”. (Historia de la Compañía de Jesús de la provincia del Paraguay, Madrid, 1755, p. 455). Los Chonos vivían en la zona del Estrecho de Magallanes.

Pero el origen del malón es europeo, si tenemos en cuenta que fueron éstos los que utilizaron primero esa táctica, mientras que los indios la utilizaron como represalia luego de asimilarlo de aquéllos.

El término se remonta a las casas grandes o comunales propias de los guaraníes, llamadas “maloka”; y a estas casas llegaban periódicamente portugueses y brasileños paulistas atacándolas y llevándose jóvenes cautivos para utilizar como esclavos en sus “facendas”.

Llamaban a esta acción “ir a la maloca”, o “maloquear”. De éstas se derivó el empleo pampeano de la voz “malón” que aplicaron los huincas a los indios que lo practicaban, pues los cristianos para los mismos actos utilizaban eufemismos tales como “acciones militares”, “acciones de represalia”, “política defensiva”, “Expedición al Desierto”, etc.

En este incesante ir y venir a malonear  y en las travesías efectuadas para comerciar con el botín obtenido, se labraban senderos, caminos que recibían el nombre de RASTRILLADA, pudiendo decirse que tomaban tal nombre los surcos más o menos paralelos y tortuosos que dejaban los indios en los campos con sus constantes idas y venidas, constituyendo verdaderos caminos que no sólo eran producidos por las huellas de las cabalgaduras, sino también por las largas lanzas en ristre que utilizaban los mapuches.

Veamos lo que dice Ezequiel Martínez Estrada en su libro “Radiografía de la Pampa” (Ed. Lozada, Bs. As., 1957, 2da. Edición): “El indio no había sido extirpado, ni vencido siquiera… A lo más había sido confinado; desde las fronteras lanzaría su amenaza perturbando el disfrute pacífico del despojo al enemigo. Allá lejos estaba inminente y en propensión de arma cargada, golpeando a las puertas de la vida estable de las ciudades, hasta que se presentara en el malón, a rescatar sus mujeres raptadas, sus hijos sometidos, sus animales y terrenos confiscados sin derecho”. (p. 29)

“Bajo las tiendas de cueros o en las chozas de tosca o de paja, la mujer tenía su lugar como madre, esposa, hermana, hija. Era mujer en un sentido social, sentimental, corporal. No era un sexo, aunque estuviera desnuda. Los matrimonios, monogámicos por lo general, se sujetaban a una moral indígena exenta de anomalías, y el adulterio se penaba con graves castigos. Mas cuando llegó hasta sus tribus el blanco, deshizo esa ingenuidad de las costumbres, sin cambiarlas con otras. Arrancó a las mujeres del hogar y se las llevó consigo para satisfacer su lubricidad o para festejar al amo. Si las juzgaba hermosas, las retenía como concubinas”. (p.32)

“Zeballos y Mansilla describen sus costumbres, moralmente superiores a las del invasor. Bebían y hacían la guerra; pero respetaban la palabra dada, no violaban la mujer ajena, robaban para rescatar”. (p. 36)

[Para comprender la buena voluntad de los Pampa, recomiendo la lectura del libro de Omar Lobos “Juan Calfucurá, Correspondencia 1854-1873” donde se aprecia el deseo de paz del principal cacique de la tierra (el “mapu”) a través de sus cartas]

LA HISTORIA EN VERSO

Nahuel-Payún, el cacique,

espuma de indio rebelde,

supo hasta el último día

combatir a lo valiente.

Su grito era el más alzado,

el más ligero su flete,

el coraje más temido,

su lanza, la de la muerte…

Desde aquél día al indómito

la bravura se le duerme:

Nahuel-Payún el cacique,

perdió su alma de jefe,

que en poder del enemigo

cayó su tierna Telele,

la más hermosa y querida

de sus veintitrés mujeres.

Nahuel-Payún, una sombra

del Nahuel Payún que fuere,

al fin se entregó, sumiso,

con las veintidós mujeres.

Sin esa otra, su vida era

como una rueda sin eje.

Era una cosa tirada…

¡Y a éstos llaman infieles!

(De Álvaro Yunque, “Calfucurá. La conquista de las pampas”, p. 550)

El origen de la palabra

Si bien mencionamos en qué consiste un malón y el origen de la palabra, derivada de maloka (casas comunales de los guaraníes), ya que “maloquear” o “ir a la maloka” era la acción llevada a cabo por los portugueses y brasileños paulistas que llegaban con cierta periodicidad a las malokas para llevar cautivos con la finalidad de utilizarlos como esclavos en sus “facendas”.

Nos queda por averiguar el origen de esta palabra. Para averiguarlo, voy a remitirme al Dr. Américo Castro, que expone lo siguiente:

“Otro nombre del rey en árabe era malik, derivado de malaka,’ poseer lo conquistado con las armas’. […] el profesor James T. Monroe escribe: ‘Lo que dice acerca de malik me parece bastante plausible. El derecho islámico distingue entre el khalifa, el cual posee autoridad espiritual, y el malik, que solo posee poderío efectivo (mulk) como resultado de sus conquistas. En al-Andaluz, hasta el reinado de Hisham II, los dos aspectos se daban en una misma persona’.“

(“Español, palabra extranjera: razones y motivos”, de Américo Castro. Taurus Ediciones S.A., Madrid, 1970, pág. 99 y 100).

Creo que el significado es bastante evidente. En la época en que españoles y portugueses protagonizaban la epopeya de la conquista de América, la península Ibérica estaba poblada por gentes de las tres religiones y etnias: cristianos, judíos y musulmanes. No resulta extraño, entonces, que los portugueses llevaran a Brasil la palabra malaka, derivando en maloka “para poseer lo conquistado con las armas”. Como resultado, fue por eso que se denominaron malokas las casas comunales de las reducciones guaraníes.

LA VUELTA DEL MALÓN

Ángel Della Valle nació en Buenos Aires el 10 de octubre de 1855 en la calle Luján (hoy Giuffra 334) del Barrio de San Telmo. Fue conocido como “El pintor de La Pampa”. Su obra “La vuelta del malón”, que exhibió con gran éxito en 1892 y que fue expuesta en el Pabellón Argentino de la Exposición Internacional de Chicago (Estados Unidos); hoy se encuentra en el Museo Nacional de Bellas Artes. 

Ya había escrito sobre el pintor de La Pampa en la categoría “pampeando, nº 8”: https://pampeandoytangueando.com/pampeando/el-arte-en-el-bicentenario-el-pintor-de-la-pampa/ me complace hoy ampliarlo con lo que  le relata José S. Álvarez (“Fray Mocho”) a un amigo  con el que se encuentra en la calle, al que le detalla el cuadro “La vuelta del malón”: 

La vuelta del malón

“…Aquellos indios musculosos, de fisonomías duras, como talladas a cuchillo en una raíz de caldén, son verdaderamente la de los señores del desierto, las de aquellos que con su lanza y sus boleadoras detuvieron durante medio siglo la civilización que avanzaba. Allá van en grupo sobre la pampa desolada, orillando un bañado, en busca del vado secreto que les permitirá llegar con su presa a la toldería lejana. Los caballos, desbocados, van con la crin al viento corriendo a su albedrío; el jinete lleva los ojos fijos en la parte del botín que le ha correspondido; uno lleva una mujer desmayada, otro un ornamento de iglesia, otro revolea el incensario de plata labrada, ofrenda piadosa de alguna alma sencilla…” (Fray Mocho, “Obras Completas”, Editorial Schapire, Buenos Aires, 1954, p. 91 a 93)

MALONA

Convocado por MALBA (Avda. Figueroa Alcorta 3415) para celebrar el Bicentenario, Alberto Passolini hace una reinterpretación del cuadro “La vuelta del malón” en un intento de reivindicar el papel femenino en la historia argentina, exponiendo una tela de 260 x 450 cm titulada Malona! en la que se invierte el sexo de los personajes: es una india la que lleva en triunfo una cruz, mientras otra lleva cautivo a un joven blanco y rubio, lampiño. Son todas mujeres indias las que protagonizan el malón.

Malona                                                                                                                                         

COLOFÓN.

¿Existe algún tema musical que haga desaparecer la frontera entre la ciudad y el campo? Me remito a un tema grabado por la orquesta de Osvaldo Pugliese, un tango con acordes de malambo, reuniendo así musicalmente los ritmos de la ciudad con el folklore (que representa al campo, el interior del país). Se trata de una obra creada por Osvaldo Ruggiero bandoneonista de la orquesta del maestro Pugliese, en 1960, “Malambeao”:

por César J. Tamborini Duca

Fuentes:

“Pasión y Muerte de Nuestro Señor de las Pampas”, capítulo VII. César Tamborini

“Español, palabra extranjera: razones y motivos”, de Américo Castro

“Radiografía de la Pampa”, de Ezequiel Martínez Estrada 

 “El Indio del Desierto”, de Dionisio Schoo Lastra

“Calfucurá. La conquista de las pampas”, de Álvaro Yunque

“Obras Completas” de José S. Álvarez (“Fray Mocho”)

About author
César José Tamborini Duca, pampeano-bonaerense que también firma como "Cronopio", es odontólogo de profesión y amante de la lectura y escritura. Esta última circunstancia y su emigración a España hace veinte años, le impulsaron a crear Pampeando y Tangueando y plasmar en él su cariño a la Patria lejana.
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