El origen de las palabras

Miscelanea sobre la lengua

 Cuando hablamos de lengua, o de idioma, estamos manifestando la capacidad de comunicarse dos o más personas a través de determinados códigos, que pueden ser señales, o vocalizaciones o escritura; en los inicios de la humanidad, en un primer momento la comunicación fue gestual, luego a través de sonidos y finalmente se incorporó la escritura, simbólica o alfabética. Conviene no olvidar que la comunicación gestual pervive en nuestros genes a través de millones de años, está como escondida en nuestra conciencia y aflora cuando necesitamos comunicarnos con gestos, como ocurre cuando estamos con otra persona que desconoce nuestro idioma y nosotros el suyo, inmediata e instintivamente tratamos de hacernos entender por gestos.

   Con los griegos ya estaba incorporada la escritura como la conocemos hoy en día, con su  código de letras; sin embargo el que fue tal vez mas grande filósofo, Sócrates, no nos dejó ningún tratado  escrito, todo lo que conocemos de su filosofía, de su pensamiento, lo conocemos gracias a uno de sus más aventajados y famoso discípulo, que en sus “Diálogos” (me refiero a Platón) ponía como protagonista a su maestro y exponía de ese modo su pensamiento.

   ¿Por qué Sócrates no nos legó obras escritas? Porque él afirmaba que la escritura atentaba contra la memoria, que si escribíamos algo no teníamos necesidad de retenerlo en la memoria, pero si no escribíamos las cosas nos veíamos obligados a ejercitar la mente para retener los distintos hechos culturales. Es posible que tuviera razón para la época en que le tocó vivir donde la acumulación de conocimientos no era tan grande y permitía retenerlos en la memoria. Hoy sería imposible.

   Algo similar ocurría con los “Mapuches”, indios que originariamente vivían en las vertientes oriental y occidental de la cordillera de los Ándes y que se fueron extendiendo hasta ocupar casi toda la llanura pampeana; ellos tenían un rico lenguaje de expresión verbal y mantenían en su memoria los conocimientos que habían adquirido en sucesivas generaciones. Como decía Juan María Gutierrez “Guardaban como un tesoro patrio la pureza de la lengua nativa e iniciaban en la propiedad de ella a los niños varones para que la empleasen convenientemente cuando llegaran a ser adultos, en las arengas publicas, que constituyen uno de los rasgos singulares de aquel pueblo notable bajo tantos respectos”. Después, con la llegada de los españoles, estos llevaron a la escritura el idioma de los mapuches y gracias a eso hoy día persiste ese lenguaje en algunos textos (además de permanecer en pequeñas, reducidas comunidades).     

   Los españoles incorporaron a su lengua términos mapuches, y viceversa; también está la influencia de los Incas, cuyo imperio se extendía más al norte y no consiguieron conquistar a los mapuches pese a su poderío, pero sí les legaron algunas palabras de su idioma quichua; y también podemos mencionar un legado, o más propiamente intercambio, guaraní (cuya nación estaba localizada al nordeste).

   Esto nos está indicando, nos señala una GLOBALIZACIÓN, porque ¿qué es globalización?. Intentamos definirla como apertura de los mercados (¿o de las fronteras? Incluidas las migraciones. Aunque hay que tener en cuenta que esa apertura de mercados o de fronteras no es equilibrada, si nos atenemos a los subsidios -por dar solo un ejemplo- que los EE.UU. y la Unión Europea otorgan a sus agricultores, en detrimento de agricultores de países menos desarrollados).

   En mi concepto, en realidad “globalización” es intercambio de productos, TANGIBLES o INTANGIBLES, entre estos la palabra, oral o escrita. Y esto no es nada nuevo, existió siempre. La diferencia entre la globalización actual y la que existía hace 200 o 500 o 2000 años radica en la velocidad: la de hoy se caracteriza por la INSTANTANEIDAD, pues un producto se puede enviar en unas pocas horas o en un día de un lugar del mundo a las antípodas; o una remesa de dinero se puede transferir en cuestión de horas; ni que decir de la palabra, hoy se inventa un término nuevo en California, e-mail para poner un ejemplo, y en cuestión de segundos o minutos llega a Budapest y no tiene oportunidad de modificarse.

   En cambio en la antigüedad la palabra debía ser transportada también como mercadería, y tardaba meses o incluso años en llegar de un sitio a otro, muchas veces transportada por distintas personas, e incluso por distintas generaciones para recorrer 2000 Km desde su lugar de origen a los confines de un imperio o de una nación, pues no existían los medios de comunicación actuales.

   Y eso es lo que ocurrió con la palabra “INTI” que utilizaban los incas para nombrar el sol; para denominar ese astro los mapuches utilizan “ANTU” que es casi lo mismo pero sufrió una pequeña modificación por esa demora en el transporte de la palabra. Lo mismo sucedió con el término “yapa” que recordaremos los argentinos de 60 años, cuando éramos chicos y nos enviaban a hacer la compra, antes de retirarnos del mostrador preguntábamos ¿y la yapa? Y recibíamos un caramelo, o un globito, porque yapa es palabra mapuche pero de origen aymara o quichua (“yapana”) y significa añadidura, algo de poco valor que se da sin obligación, que se regala.

   Chapalear en cambio es onomatopéyico, también de origen mapuche, deriva de “chapad”. En mapudungu, “CHAPAD” significa barro, pantano; “chapadtun”, empantanarse; y “chapadclen”, estar empantanado. El argentino le agregó el sufijo romano “ar” formando así un verbo onomatopéyico, pues imita y expresa el ruido que se hace al marchar por un terreno cubierto de agua: “chapad”, “chapad”, “chapad”. Y de ese sonido “chapad” surge la palabra “chapalear”.

“Malena es un nombre de tango” dice el título de un libro de autora española; y Malena es el nombre de un tango muy conocido, y también es nombre propio de muchas argentinas; ¿su origen?, también mapuche, de “MALEN”, que designa a la mujer jovencita, a la muchacha.

   A la inversa también los mapuches incorporan palabras del español, sustantivos de seres o cosas que no conocían antes de la conquista: al caballo lo llaman “cahual”, ovisa a la oveja. Casi igual, con leves variaciones por la cuestión fonética, porque esa caja de resonancia que es la boca con sus estructuras, y según como se apoya la lengua en los dientes, en el paladar, como se juntan los labios, todo eso origina cambios fonéticos y leves variaciones en la pronunciación de las palabras. ¿Y el trigo, que tampoco conocían?; pues como era un cereal que venía de “Castilla” querían llamarlo así, y por esa deformación fonética que comentaba se transformó en “cachilla”; y llamaron “cachillahue” al trigal.

Veamos algunos ejemplos raros, yo diría casi inverosímiles, nombres que aparecen en plena pampa y que tienen raíz griega y casi el mismo significado. TANDIL tiene la raíz griega “tan”, igual que TANTALO. Recordemos que Píndaro y Platón representaban a Tántalo en el Hades con una piedra suspendida sobre su cabeza, siempre a punto de caer. Y es como si se hubiera utilizado la raíz griega “tan” para designar a TANDIL con su piedra movediza también a punto de caer (por cierto, se derrumbó en 1912). Otra raíz griega es pỹr  que significa fuego (=piro), que quema, duele. En mapuche tenemos la palabra PIRE, que quiere decir nieve, que igualmente quema, duele. (Pirecuchran es dolor de muelas).

¿Una incongruencia?. James Wedell llegó en febrero de 1822 a la latitud 74º15′ adonde no había llegado ningún navegante, y en su regreso al norte topó en las islas Hermite con gran cantidad de canoas llenas de los indios que habitaban la Tierra del Fuego; tomó nota de algunas palabras de su lenguaje sacando la conclusión que era hebreo, admitiendo que descubrir como había llegado ese idioma al cabo de Hornos era “cuestión de filólogos”. ¿Otra incongruencia?; no tanto. En Salónica (la Tesalónica de la antigua Grecia) en los Balcanes, abundan palabras similares a la de nuestros gauchos, por ejemplo dicen:

“dormite” por duermete

“soñar un sueño” por soñar.

Así un romance de Salónica canta: “Un sueño soñé mis dueñas”;

y una copla gaucha: “Anteanoche soñé un sueño”.

Son comunes las formas “ande” por “donde”

“ajuera” por “afuera”

“ansi” por “asi”

“buraco” por “agujero”

“cayer” por “caer”

¿A que se debe esto? Pues a que en los gauchos está presente el lenguaje español antiguo, persisten arcaísmos. Y en Salónica hablan castellano antiguo dos tercios de la población, por descender de los judíos expulsados de España. Y todo esto es fruto de la globalización, que “es” pero ya antes “fue”.

(Publicado en “Diario de León” el 25 de marzo de 2007)

*Pulpería es una palabra que escuchada por un español trae reminiscencias gallegas, del “pulpo a feira”. Sin embargo en la ‘ancha pampa’ (me refiero a la región geográfica) tiene una acepción completamente distinta. Y resulta una palabra que viajó miles de kilómetros para verse afectada por el cambio de una letra. En México, tierra de mariachis y del pulque, la bebida se obtiene por destilación del “maguey”, nombre que daban los nativos norte y centroamericanos a las plantas de aloe, también conocidas como agave o maguey pulquero.  Y entonces, al lugar de reunión para beberlo lo llamaron pulquería.

maguey

Debemos tener en cuenta cuándo se instalaron estos establecimientos en la llanura pampeana, y acorde con la fecha llegar a la conclusión que fue relativamente reciente, por lo que esa palabra  pudo ser transportada miles de quilómetros por los conquistadores españoles o por los mismos nativos, pero sufrió una ligera modificación fonética, y al sitio donde se reunían los gauchos para beber y otros entretenimientos, lo llamaron pulpería.

Malena en cambio realizó el camino inverso, con la particularidad que en este caso la palabra no pudo ser transportada por los conquistadores sino por los propios aborígenes americanos. Sabemos que Malen en “mapudungu” (lengua de los mapuches) significa muchacha, jovencita. También conocemos el significado de la partícula che en ese idioma: gente. Y todo lo que antecede me lleva a una elucubración, que espero los lectores tomen como tal y no como certeza: ¿habrá sido Malin-che la primera Malena de la historia? Malinche, la compañera aborigen de Hernán Cortez en su aventura conquistadora de México, significa “gente joven” muchacha.

Cesar J. Tamborini Duca

Fuentes:

Lucien Abeille: “Idioma nacional de los argentinos”

Platón: Diálogos, “Banquete”

Bruce Chatwin y Paul Theroux: “Retorno a la Patagonia”

Cesar J. Tamborini Duca: “Monólogo sobre el lenguaje de los argentinos”. León, 27 de Junio de 2006

About author
César José Tamborini Duca, pampeano-bonaerense que también firma como "Cronopio", es odontólogo de profesión y amante de la lectura y escritura. Esta última circunstancia y su emigración a España hace veinte años, le impulsaron a crear Pampeando y Tangueando y plasmar en él su cariño a la Patria lejana.
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