Caleidoscopio

Manuscritos apócrifos del Mar Muerto

Dios tirando los dados

DIOS Y LA EVOLUCIÓN

  1. Suma teológica: Aporías (o paradojas lógicas) sobre Dios   
  2. San Agustín: Dios crea el tiempo, pero… ¡no puede existir antes que el tiempo! Es decir que Dios no precede al mundo.
  3. Borges (“Conversaciones sobre Borges”, p. 157). El escritor descubre en un texto literario de Pier Damiani que: “Dios puede efectuar que no haya sido lo que alguna vez fue”.
  4. Agatón (n.450 a.C. aproximadamente): “De una sola cosa Dios está privado: de hacer que no se haya realizado lo que ya está hecho”.
  5. Stephen W. Hawking en “Historia del tiempo”: “¿Puede Dios crear una piedra tan grande, que no pueda moverla?

 

  1. Lo que no se dijo sobre los Manuscritos encontrados en el mar muerto

En el rollo identificado como G 32 “De Naturae” (que estaba escrito en glíglico y firmado por Icrono Theodosio, “el Mago”) se establece cómo Dios fue creando al hombre paso a paso, lo cual no se desarrolló en un día como se intenta hacernos creer sino en miles, millones de años.

Los exégetas, la teocracia, guardaron silencio sobre esto para poder mantener su preeminencia desde el punto de vista religioso, totalmente de acuerdo con los científicos que consideran más conveniente para que se valore su aportación al estudio evolutivo de la especie.  Porque la realidad es que ese rollo “De Naturae” aúna las dos posturas, la teológica (Dios creó al hombre) y la científica (el hombre es fruto de la evolución a través de millones de años). Todo esto ya lo sabía Moisés de León, que como saben era un rabino castellano y compuso  el “Libro del esplendor”, que en realidad era una copia del “Zohar”, obra de un rabino del siglo III. Éste a su vez se había inspirado  en otra obrita del abderitano Protágoras, discípulo de Theodoro (vulgarmente llamado Atheo”)

Si bien todavía no pude traducir totalmente el rollo G 32 (cuya copia me está vedado revelar de qué manera llegó a mis manos) porque de la lengua glíglica que es anterior a la escritura egipcia, a la sumeria, no existen recuperados más que unos pocos sustantivos y verbos, hasta ahora pude comprender cómo “hizo” Dios el aparato locomotor, cómo se las ingenió para el aparato masticatorio, y un par de cosas más que me lleva mucho tiempo descifrar porque con los sustantivos y verbos tengo que compaginar el significado de la oración.

Como odontólogo me interesó mucho el tema bucal, y sin entrar en muchos detalles sobre todos los componentes de la boca, prescindiendo de los tejidos blandos, me centraré en los dientes (pero sin explicar por ahora sobre los materiales con que se conformaron), sobre el mecanismo de su funcionalidad, que a continuación les descubro:

Rollo nº 2. Creatio Evolutio

Manuscritos del Mar Muerto                                                                                                                   

Rollo G 32 “De Naturae”

Creatio Evolutio

Acápite 19: observación de la naturaleza y los objetos en la creación del “homo sapiens”

Subtítulo: “manducar”

Y Theo ideó una tijera y dijo: “Hagamos de manera similar el entrecruzamiento de los incisivos superiores con respecto a los inferiores para que los hombres puedan cortar sus alimentos”.

Y el mismo criterio aplicó con los molares para que puedan triturar los alimentos, cuando observó una enorme piedra que caía sobre otra de similar tamaño y pulverizaba un objeto que había sobre ella. Así, mediante la observación de los objetos de la naturaleza fue como Dios creó al hombre en sucesivas fases evolutivas, hasta llegar al hommo sapiens que gracias a su inteligencia puede investigar y discernir todos estos avatares.

En otro momento, mientras descansaba Theo recostado bajo un árbol y arrullado por el cantarín discurrir de un arroyo, en su ensoñación pensó: “esta agua que circula por entre las piedras, es la que lleva los nutrientes a las raíces de los árboles, del mismo modo hagamos el aparato circulatorio para que por él se trasladen los nutrientes a las distintas partes del organismo”. Con esta observación, no sólo inventó el aparato circulatorio para el reino animal, sino también las extremidades para que se apoyaran, a semejanza de troncos y raíces preexistentes en el reino vegetal.

Ignoro si en los próximos años me será plausible poder continuar con esta tarea de traducción de los afamados manuscritos porque me deja agotado. Seguramente habrá otras personas interesadas en continuar la tarea. Por mi parte, pude traducir cómo Dios creó el mundo, que inserto a continuación:

Rollo nº 16. Creatio Orbi

Manuscritos del Mar Muerto                                   

Rollo G 32 “De Naturae”

Creatio Orbi

Acápite 36: observación premonitoria del “homo sapiens” en la creación del orbe

Subtítulo: “de película”

Dios todopoderoso es impredecible en las manifestaciones de su omnipotencia. En realidad se aburría y por eso decidió crear al hombre tal como se deduce del manuscrito. Pero antes de crear al hombre tenía que crear un sitio para ubicarlo, es decir, el mundo. “¿Cómo lo hago?”  se preguntó.

Pasaba sus “instantes” (no existía el tiempo) atisbando el FUTURO como si estuviese viendo una película con acontecimientos que sucederían, asombrándose a veces por las cosas creadas por el ingenio del hombre que un día crearía, para poblar un mundo futuro, al que dotaría de  libertad de acción.

Este aspecto (darle libertad) le produjo congoja cuando observó el futuro de 2 ciudades japonesas arrasadas por el “ingenio del hombre”; vio la imagen icónica de un soldado de la guerra civil española; observó cómo el hombre posaba sus pies en otro cuerpo celeste alejado de donde él lo ubicó; comprobó cómo Borges lo veía a él en el Aleph. Como también existiría Agatón, no podía hacer nada al respecto.

 

¡Vio cómo unos malandras bonaerenses tiraban unos pequeños cuerpos de seis caras en una timba clandestina, imagen casi borrosa por el humo de los cigarrillos! “Ya lo tengo”, se dijo; y creó un montón de partículas que arrojó al voleo –tal como si fuesen dados- al espacio vacío que lo circundaba. Partículas que por acciones recíprocas de atracción y repulsión fueron acumulándose  en distintos puntos, separándose a su vez de otros cúmulos de partículas.

De este modo tan ingenioso fue cómo Dios creó el Universo, sin principio ni fin pues como se dijo, no existía el tiempo; se privó de su creación, porque sabía que ya lo haría el hombre.

César J. Tamborini Duca

About author
César José Tamborini Duca, pampeano-bonaerense que también firma como "Cronopio", es odontólogo de profesión y amante de la lectura y escritura. Esta última circunstancia y su emigración a España hace veinte años, le impulsaron a crear Pampeando y Tangueando y plasmar en él su cariño a la Patria lejana.
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