Aguafuertes hispano-argentinas

¡Marche un café con leche!

café con leche y media luna

café con leche y media luna

Un dedo amenazador me señaló desde lo alto y percibí una voz que me ordenó: “hoy serás un verificador compulsivo e intransigente de los cafés porteños, de la megalópolis que comprende la Capital Federal y aledaños para comprobar la relación calidad precio de la apreciada infusión. Porque así como no se comprende ningún pueblo español sin su bar, tampoco es concebible una Argentina sin sus cafés. Ignoro por qué causa esta infusión siempre resultó comparativamente cara en nuestra tierra, aunque como en todas partes y como en todas las cosas hay matices.

No se trata de una obsesión con el tema si bien puede que alguien lo piense debido a la serie que escribí bajo el lema “Los Cafés de Buenos Aires”, aunque en esta ocasión se trata de un tema distinto que guarda relación con bolsillos escuálidos o exultantes de papel moneda. Y si bien en https://pampeandoytangueando.com/tangueando/los-cafes-de-buenos-aires-i/ señalé algunos precios no era con la intención comparativa que encaro en esta ocasión; aunque igual esos precios pueden ser utilizados por los lectores para tener un parámetro con los 2 o 3 que mencionaré ahora.

Iglesia "La Redonda"

Iglesia «La Redonda»

Caminábamos por el “Barrio Chino” dentro del Barrio de Belgrano (“…caserón de tejas…”) y al término del mismo llegamos a la denominada “Plaza Redonda” donde se encuentra la  Iglesia Redonda, iglesia con más de 100 años de antigüedad con una característica arquitectónica única que da origen a su nombre: es totalmente circular; muy bonita, vale la pena una visita dominguera para conocer de una tacada el Barrio Chino, la Iglesia Redonda y también la feria artesanal en la plaza.

Lindando con la misma, una marquesina con un rimbombante cartel que intenta orientarnos: “CAPISCI. Clasic, bistrot”. Con tales pergaminos anunciadores de calidad suprema mi flaca billetera comenzó a temblequear presintiendo lo peor, aunque finalmente no era para tanto. La ambientación al aire libre con el entorno que nos rodeaba era muy agradable, no así la presencia de las numerosas palomas que se adueñaban de las mesas recién desocupadas para picotear los restos; ni el desparejo suelo en el cual no encontraba reposo para mi silla, que cual caballo encabritado pretendía desmontarme. El café –pese a que lo elegí “cortado”- resultó un tanto fuerte para mi gusto, de esos que me producen acidez; lo acompañaba una minúscula masa seca (no superaba los 2 cm) seguramente ofrecida con la sana intención que el cliente no piense que el dueño es un pijotero. No puedo decir que fuera muy caro, a razón de $ 22 cada café (€ 1,50 aproximadamente)

Pero las apariencias representan mucho en la vida, y si uno invita un amigo o un familiar para tomar un café, no lo va a llevar a la “Cafetería la maroma” ni a uno de esos sitios de comida rápida tan de moda últimamente. Craso error típico de “El medio pelo en la sociedad argentina” que describía Arturo Jauretche. Ese mismo día y los anteriores –y posteriores, a qué negarlo- desayunamos un café de los de mi agrado (cremoso y suave), de mayor tamaño que el de “CAPISCI” y además acompañado de dos media luna de excelente calidad (en lo que hace a este manjar no transijo), a razón de $  12 cada café (Avenida Cabildo 1626, 23 de febrero de 2014, hora 10.16, ticket nº 0635). Claro que el sitio no aparenta elegancia, no trasunta categoría y podemos encontrarlo en muchos barrios por tratarse de una franquicia: “Burger King” (Fast Food Sudamericana S.A.); aunque no creo me ofrezcan ninguno gratis pese a la publicidad gratuita, nobleza obliga: la relación calidad-precio es insuperable (menos de € 1).

Como al trípode le está faltando una pata en la búsqueda de algo intermedio, nos trasladamos a los aledaños de la gran ciudad, zona suburbana de Buenos Aires, concretamente a San Antonio de Padua, en la zona Oeste del Gran Buenos Aires, adonde se accede con el ferrocarril Sarmiento. Allí, en una esquina frente a la mencionada Estación, a pocos metros de una sucursal bancaria donde hacen cola (hacemos cola) los jubilados para cobrar sus haberes, éstos suelen matizar la larga espera tomando un café en una linda cafetería instalada por la panificadora de don Rodolfo Martino. Cafetería sin pretensiones pero bonita, como las muchas desperdigadas por el solar patrio, en la que por un café con leche pequeño, acompañado por 6 “bizcochitos de grasa”, pagaremos a razón de $ 15 por cabeza.

Como habrán apreciado, el placer del café con leche no es tan incompatible con la mayor o menor pobreza de la billetera. ¡Que lo disfruten!; eso sí, sin privarse de acompañarlo con un par de media lunas.

About author
César José Tamborini Duca, pampeano-bonaerense que también firma como "Cronopio", es odontólogo de profesión y amante de la lectura y escritura. Esta última circunstancia y su emigración a España hace veinte años, le impulsaron a crear Pampeando y Tangueando y plasmar en él su cariño a la Patria lejana.
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